Luis Mario Schneider.
Nació en Argentina en 1931 y murió en México en 1999, Doctor en Letras por la UNAM, trabajó como investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y como miembro del Sistema Nacional de Investigadores (III nivel) desde 1985, se menciona en este apartado porque vivió alrededor de veinte años en el municipio de malinalco, en el cual fue cronista; fue especialista en Literatura Mexicana e Hispanoamericana; enseñó y dictó conferencias en universidades nacionales y extranjeras. Su novela la resurrección de Clotilde Goñi obtuvo el premio «Xavier Villaurrutia» en 1977. En 1998 apareció Refugio, otra de sus novelas. Dentro de su labor de rescate preparó ediciones, antologías y obras completas de escritores como Jorge Cuesta, Efrén Hernández, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Octavio Paz, entre otros. En 1992 obtuvo el premio «Luis Cardoza Aragón» con su libro José María y Petronilo Monroy, los hermanos pintores de Tenancingo; en 1996, el Premio Universidad Nacional Autónoma de México en el área Creación Artística y Extensión de la Cultura y el mismo año el Gobierno del Estado de México le hizo merecedor de la Presea Estado de México en el área de Artes y Letras «Sor Juana Inés de la Cruz».
José María Yermo y Parres.
Nacido en la hacienda de Jalmolonga el 10 de noviembre de 1851 y falleció el 20 de septiembre de 1889 en Puebla, el mismo día de su nacimiento fue bautizado en la capilla de dicha hacienda, a los 50 días de su nacimiento quedó huerfano de madre y su padre lo transladó a la ciudad de México; en 1853 fue confirmado en la capilla del Señor de Burgos del Convento de San Francisco y en 1860 hizo su primera comunión. En 1865 inició sus estudios de gramática latina bajo la orientación del presbítero José María Márquez y el 9 de mayo de 1867 ingresó como novicio en la congregación de San Vicente de Paul, donde permaneció hasta 1870; entre 1871 y 1872 asistió en calidad de catequista a varias misiones y luego sirvió como familiar al arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. En 1874 volvió a la congregación y pasó a Guanajuato; en 1876 recibió las cuatro órdenes menores, renunciando después a ellas, excepto al voto de castidad. Para 1878 solicitó y logró la presentación del juramento, el 25 de septiembre fue admitido como domiciliario del arzobispado de México; Capellan de coro y segundo maestro de ceremonias en 1879; diácono el mismo año; prosecretario de la mitra en 1881; secretario en 1882. En 1885 fundó, en León de los Aldamas, el Instituto de Siervas del Sagrado Corazón y de los Pobres. Pasó a Puebla el 19 de julio de 1889 y falleció allí. El 4 de abril de 1978 la iglesia diocesana del pueblo de los Ángeles y las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, pidieron al Papa Paulo VI la beatificación y canonización del padre Yermo y Parres.
La figura del Padre, después de haber pasado por el grado de venerable y de Siervo de Dios, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II durante su segunda visita a México en 1990, junto a los nombres de Juan Diego y los tres niños Mártires de Tlaxcala.